sábado, 19 de marzo de 2011

El dolor de las palabras

“La ilusión es un arma poderosa a la que muchos temen, utilízala con precaución” Esto fue lo primero que me dijo mi abuelo cuando escuchó la noticia de que, por fin, superados los prejuicios machistas de mi abuela, iba a ir a la escuela, a aprender a escribir.

Como casi toda palabra que sale de su boca, no la he comprendido, ni veo su utilidad, ni comprendo la razón por la que me lo ha dicho. Pero, como él también dice, “Las cosas han de aprenderse en el momento oportuno” y quizá, no le haya llegado el momento a esa frase todavía.
Lo que sí ha llegado ha sido el momento de aprender a escribir. Sí, Wangari Masih, con 12 años empezará mañana su primer día de escuela.

Si bien, por ahora, estas deliberaciones y recuerdos míos no hacen otra cosa que retrasar mi salida de la choza y favorecer mis ganas de seguir acurrucada entre las mantas. Hoy, como cualquier otro día tendré que ir a por agua a la aldea más cercana, así como ayudar a mi madre a limpiar el pescado. Pero, como bien dicen, no hay mejor estimulo que la motivación, y yo hoy reboso de ella. No porque me motive recorrer 20 kilómetros en busca de agua y luego dedicarme a pelar peces muertos en la playa, sino porque mañana empezará el día en el que escribir me convierta en otra mujer. En el que la educación me dé las armas para no ser otra mujer negra sometida a los antojos de un gobierno corrupto, o de un marido tiránico.

No tenía ni idea de lo bien que te puede hacer sentir la ilusión. Escribir… suena bien… Parece imposible que se pueda representar en papel todo lo que decimos, y no se borra, no es como la voz, sigue ahí una vez que lo has escrito, es como decir una cosa millones de veces y que se oiga siempre. Es una forma de no olvidar, de conocer, comunicar, recordar…

Y, ahora que lo pienso, después de que haya aprendido a escribir, no va a haber manera de que se me olviden las historias del abuelo: Las fábulas de animales, sus frases prodigiosas… Incluso su propia historia; sí, ahora podré escribir cómo los guerrilleros rebeldes le cortaron la mano derecha. Porque aquí, en Sierra Leona, hay una guerra, los rebeldes entran en las aldeas, secuestran a los niños y cortan la mano derecha de los habitantes. Para que, de esa manera no puedan empuñar armas, ni votar. Todos los días rezamos porque esa desgracia nunca nos alcance, aquí todos somos pacifistas y apenas hay dos hombres que sepan empuñar armas. Bueno, arranquémonos los malos pensamientos, que solamente favorecerán que acabe teniendo pesadillas. ¡Buenas noches!

Wangari, W-A-N-G-A-R-I, ¡qué bonito es mi nombre! Sabía que sonaba bien, pero era imposible imaginarse qué símbolos tan bonitos podría esconder tras de sí. He aprendido también a escribir, pez, casa y agua, así como, obviamente, todas las letras del abecedario. Hemos empezado también a sumar números. Pero no hay nada que me interese tanto como escribir, ¿nadie se habrá dado cuenta de lo valioso que es? Con un diamante puedes comprar dinero, pero, ¿da el dinero lo más valioso del mundo?, ¿dan los diamantes la cultura? No, eso solamente lo da el leer y escribir… A veces yo misma me sorprendo con mis preguntas y mis deliberaciones varias. Dice mi profesora que hay todo un campo llamado filosofía, que se encarga de esas cosas, de pensar…

¿Cabrán tantos conocimientos en una cabeza como la mía?

Este es mi segundo día de escuela y ya sé escribir alrededor de cincuenta palabras. Nombres de animales, utensilios y sentimientos. No puedo esperar a que llegue mañana y poder aprender más; más palabras, más letras, empezar a hacer frases… ¡Dios!, ¡creo que vamos demasiado lento! Quiero escribir historias, cuentos, ideas, pensamientos, ¡flotar entre las letras!, entre los dibujos tan complicados y simples a la vez, que mi mano es capaz de hacer. Es increíble todo lo que puede esconder un simple lápiz, ¿verdad?

Dos semanas llevo ya de clase, y ya he comenzado a hacer frases, mejor dicho oraciones, ¿sabéis la diferencia?

¿Quién me iba a decir que una frase como “Hoy como pan” iba a estar tan cargada de significado, conjuntos de letras, sabiduría en un papel? Escribir no es arte… ¡es magia!
Cuando sea mayor seré maestra, decidido.

El abuelo rebosa de alegría junto a mí, pero aún así, en su mirada siempre se traduce algo de tristeza, no consigo hacerme una idea de por qué será. Algún día se lo preguntaré en una carta, como la que le hecho hoy por su cumpleaños. ¿Sabéis que puede uno llegar a expresarse mejor por escrito que hablando?

Dice que soy una chica muy inteligente, más que muchos hombres, que todavía no saben escribir.

2 de Junio de 1998, Wangari Masih, ya sabe escribir. Ha empezado una nueva etapa en mi vida. He cambiado. Escribir ha sido un puente entre la ignorancia y una vida sometida a lo que los demás digan, a otra en la que podré dictar mis propias leyes, en la que mis ilusiones sean lo más importante. A partir de ahora podré poner en papel todo lo que ideo: mis cuentos de animales, todos mis pensamientos y recuerdos, cartas a mis amigas (aunque éstas no sepan escribir)
Rebosante de alegría por los campos iba yo, garabateando con un palillo en el suelo lo que podrían ser ideas para mi próximo cuento, cuando, de repente empecé a oír el rugido de los motores, el sonido de las metrallas y los llantos en la aldea. Eché a correr, como alma que lleva el diablo, para ver qué era lo que sucedía. En cuanto llegué a la aldea caí en la cuenta de lo que estaba pasando, en cuanto vi a los guerrilleros con machetes dispuestos a amputar manos. ¡Me había olvidado del abuelo! ¡Me había olvidado de contar su historia!

Eché a correr alejándome de la aldea lo más rápido que pude, confundida entre los gritos de mis hermanos y mis abuelos, cuando tropecé con un guerrillero. Me agarró del brazo y desenvainó el machete.

-¡No, por favor - le grité - acabo de aprender a escribir! ¡Quiero ser maestra! ¡Córteme la mano izquierda si quiere!

El guerrero se rió, en su cara se reflejaba toda su maldad, su brutalidad, su odio,… No solamente me cortó la mano derecha sino que luego también la izquierda, sentí un dolor indescriptible, pero no me dolían los brazos, me dolían las letras, las palabras, dolor, D-O-L-O-R.

“La ilusión un arma poderosa a la que muchos temen, utilízala con precaución”


(ganador del primer accésit de la VI edición del concurso Rita Suárez Amado)




5 comentarios:

  1. Jesus Nicolas9:18:00

    Muy bueno.
    Muy bien escrito, me ha conmovido tanto que me ha costado terminarlo porque las lagrimas me impedian leerlo. Es un orgullo ser tu tio.

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  2. Muchas gracias.

    Entoces sí que debe ser un buen relato, ya que lleva a cabo su función, conmover.

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  3. No lo dudes: es un relato precioso y muy envolvente.
    Me gusta mucho como escribes, espero leerte pronto ^^

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  4. Muchas gracias. Jo! Comentarios como ése me hacen sentir mal al no poder escribir más a menudo. Es lo que tienen los exámenes...

    Es todo un honor haber leído tu comentario, Rebeca, de verdad que ayuda a seguir escribiendo.

    Eso sí, no creo que nunca llegue ni a acercarme a la tuya, menudo blog tienes!

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  5. Anónimo21:10:00

    No sabes cuánto me alegro. Me emocionó cuando lo leí por primera vez, y me emociona aún más saber que este sentimiento es compartido por otras personas.
    Enhorabuena y gracias por todo lo que aportas.
    Julia

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