miércoles, 23 de febrero de 2011

La tortura del cuerpo


El cuerpo tiene algo. Algo por lo que suspiramos, algo que amamos, que deificamos e incluso, por lo que matamos.

El cuerpo es algo con sabor y con olor propios, cuyo poder hipnotizador es mayor que el que ningún chamán pudiera nunca imaginar.

Sirva como ejemplo el que desde el Japón más oriental hasta la punta más occidental de Galicia, el sensual movimiento de unas caderas femeninas pueda hacer perder el norte, el sur, el este y el oeste hasta a la persona más sensata.

El cuerpo es un animal astuto y travieso, unas veces dulce, otras traicionero.

El cuerpo es el peso que le faltan a esos 21 gramos, que llamamos alma, para convertirse en sentimiento.

Pero, ¿es ético transformar ese sentimiento, ese ser con letra y música propia, en un disfraz, una pantalla que cubre, falsamente, lo que en realidad somos?

¿Es ético convertirlo en una moda?

A lo largo de la historia la naturalidad y libertad del cuerpo han sido constantemente esclavizadas por la convincente tiranía de las modas. El cuerpo (especialmente el femenino), que siempre ha sido el mismo, ha tomado todo tipo de disfraces durante toda nuestra existencia: desde pieles pálidas a las morenas, de cuerpos voluminosos a cinturas del tamaño de un puño...

¿Qué pensaríamos de un país que, como el cuerpo, cambiase su constitución cada década?

¿Hasta qué punto se puede engañar al cuerpo?

1 comentario:

  1. El ensayo de lengua, no?:P
    Me gusta mucho el enfoque que le das y la forma en que lo has escrito, sigue así;)

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